El abandonado
"Lo que le da su valor a una taza de barro es el espacio vacío que hay entre sus paredes" Lao Tsé
Puntos grises en la conciencia, vulnerable néctar
hacia tus puntos se mueve, sierpe oculta, atrevida
osa repetir enredos, y ciegamente desvanesarse
continuamente hecho de escombros, el río lo lleva
ha visto el aire sobre el polvo, columpiándose
ha visto dinamitarse al hombre, volverse pescado
ha visto el oneroso resplandor de 20 soles
y acaso ha aprendido la importancia del viaje?
defraudado de la inteligencia
abandonado, echado a la calle, amputado de una amante
se hilvana entre copa y botella
descubre para siempre su vocación de profeta
no importa!, vivo!, entonces dice: se lo pierde!
así mismo poco a poco
sucede
números en el vacío respirar de las naciones húmedas
piojos en el vientre de hocicudas hienas
dispuestos, pues para la peste, como orquídeas abiertas
con la empatía de púberes doncellas apáticas que bailan
que brillan, que son admiradas y cortejadas
por cientos de embriagados truhanes, que las visitan
que disfrutan del hedor de sus carnes
que se disuelven en un instante de efervescencia
pero vuelven nuevamente,
cada noche
para tratar de olvidar su propia ausencia
Puntos grises en la conciencia, vulnerable néctar
hacia tus puntos se mueve, sierpe oculta, atrevida
osa repetir enredos, y ciegamente desvanesarse
continuamente hecho de escombros, el río lo lleva
ha visto el aire sobre el polvo, columpiándose
ha visto dinamitarse al hombre, volverse pescado
ha visto el oneroso resplandor de 20 soles
y acaso ha aprendido la importancia del viaje?
defraudado de la inteligencia
abandonado, echado a la calle, amputado de una amante
se hilvana entre copa y botella
descubre para siempre su vocación de profeta
no importa!, vivo!, entonces dice: se lo pierde!
así mismo poco a poco
sucede
números en el vacío respirar de las naciones húmedas
piojos en el vientre de hocicudas hienas
dispuestos, pues para la peste, como orquídeas abiertas
con la empatía de púberes doncellas apáticas que bailan
que brillan, que son admiradas y cortejadas
por cientos de embriagados truhanes, que las visitan
que disfrutan del hedor de sus carnes
que se disuelven en un instante de efervescencia
pero vuelven nuevamente,
cada noche
para tratar de olvidar su propia ausencia
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