Radical

2007

Ser radical significa tener los pies y la cabeza, los brazos, el corazón, el cerebro y las tripas, los ojos y la boca llenas de raíces, llenas de fuego, llenas de agua, llenas de calma y furia...

Ser radical significa no tener miedo a actuar, a equivocarse, a luchar, a pensar, a dudar, a reflexionar, a amar, a odiar, a besar, a abrazar, a correr, a pasear, a dormir, a soñar, a ser uno aunque ya no puedas respirar y acabes tan cansado como las piedras que no encuentran cementerio ni monumento para reposar...

Ser radical es necesario y vital para no convertirse en un perfecto y agradable imbécil. Y ser imbécil es una profesión innovadora, rentable, una estética forma de vivir algo que se lleva mucho en los miserables tiempos actuales, repletos de bien diseñados y limpios muertos vivientes, de idiotas bien alimentados, de gente tristemente solitaria, que necesita salir corriendo el fin de semana, disfrazados de adolescentes para bailar, danzar como malditos en las discotecas y pubs de moda... Ser imbécil es renunciar a pensar, a dudar a tomar las riendas de tu propia vida personal y colectiva, para pasarse siempre todo el tiempo ignorando el dolor que nos corroe, dejando que otros conduzcan la vida, esa vida que empieza el lunes y acaba el viernes...

Ser radical es una medida saludable y urgente, pero resulta mucho más sencillo y fácil convertirse en un borrego, en una gallina, para seguir quejándose tediosamente al levantarse... y lloriquear, de forma invisible y constante a todas horas, y así gimotear en las esquinas de cualquier calle, para continuar anhelando, deseando lo posible y cercano, mientras vemos la vida, nuestra propia y única vida pasar de largo...

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